sábado, 15 de octubre de 2016

Los aojadores


En Colombia es común que a los recién nacidos se les ponga en la muñeca o el tobillo un hilo rojo o una piedra de protección -ámbar, lapislázuli, cuarzo- para protegerse del 'mal de ojo'. 

El 'mal de ojo' es una creencia popular que tiene como protagonistas a los aojadores, personas capaces de transmitir un maleficio a través de la mirada. Histórica y culturalmente se le atribuyó este poder a los mendigos y a las mujeres de edad avanzada, quienes se encontraban en el último peldaño de la organización social por ser los más pobres e inútiles. 


Los mendigos, eran considerados aojadores porque se creía que tenían el poder de infectar a los otros con la desgracia que ellos vivían al mirarlos; mientras que, las mujeres de edad avanzada, eran consideradas aojadoras por la sed de venganza que les producía la envidia de ver que otros tenían el dinero y el poder que ellas deseaban. Popularmente se creía que los aojadores tenían problemas físicos y estaban asociados a los ojos verdes o azules. 

Pero los aojadores, responsables del 'mal de ojo' no se presentaban de la misma manera en todas las culturas. En Europa se cuidaban principalmente a los varones del 'mal de ojo' porque eran ellos quienes quedaban a cargo del patrimonio familiar. Por esta razón, muchos de los niños eran vestidos como niñas hasta la pubertad con el objetivo de despistar a los aojadores y proteger a sus pequeños.

En la cultura irlandesa, los aojadores eran también llamados "mordedores de ojos" y transmitían el maleficio de la misma manera en la que lo hacían los mendigos; sin embargo, el aojador era visto popularmente como una anciana deforme. Por último, en Egipto se consideraban aojadores a las personas pelirrojas pues eran relacionadas con el dios Seth -el dios pagano- y el ojo de Apofis -que en la cultura griega representa las fuerzas maléficas-.

En este caso, los modos de protegerse frente a el maleficio si son los mismos en todas las culturas. El primero es la figa, un gesto que se realiza con una mano y sirve para que el 'mal de ojo' no logre penetrar en la persona cuando el aojador lanza el mal con la mirada. 



El segundo es el símbolo del dios Bes, una deidad protectora de la mitología egipcia que muestra sus genitales y su lengua, elementos que sirven de protección a niños y familias, pues con este gesto el dios Bes se burla de todo mal. 



Lo realmente interesante de la figura del aojador se da en el escenario social, puesto que, como se mencionó anteriormente los que eran considerados portadores de este mal hacían parte del escalón más bajo de la organización social. Por lo tanto, eran discriminados por aquellos que pertenecían a los escalones más altos con el objetivo de aumentar la brecha y la diferencia social para que así no se les relacionará con ese tipo de personas. De este modo, esta creencia popular sirvió como agente legitimador de la discriminación social pues discriminarlos estaba bien porque "ellos son los portadores del mal y nos pueden perjudicar". 

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