domingo, 22 de enero de 2017

Robert Johnson: el guitarrista del infierno

¿Haría un pacto con el diablo para obtener lo que desea?

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Caricatura de Robert LeRoy Johnson 



Robert LeRoy Johnson era apenas un adolescente cuando su pasión por la música se desbordo. Nació en 1911 en Hazlehurst, Misisipí. No tenía padre y junto a sus diez hermanos y su madre vivió las dificultades de ‘ser negro’ en un país racista como Estados Unidos en aquella época.

Era un tipo apasionado. Tanto que dejó la escuela argumentando un problema en su vista para dedicarse de lleno a tocar el arpa y la armónica. Algo en lo que era mediocre. Tiempo después se encontró con la guitarra; sin embargo, para esto también resultó poco talentoso.

Así que se dedico a otra de sus pasiones: las mujeres. Conoció a Virginia Travis en 1929,   fue su esposa y se encontraba embarazada cuando murió apenas dos años después. Este fue un golpe duro para Johnson, quién refugio su tristeza de un modo bastante particular.

Salió de su ciudad y empezó a seguir a los grandes del blues a lo largo y ancho del país, también trato de tocar, sin éxito alguno, sabia que no era talentoso y por eso regreso. Lo que causó curiosidad en su pueblo natal, fue que al volver y tocar de nuevo la guitarra, lo hizo con perfecta ejecución. Hasta los grandes del blues reconocían su majestuosidad con la guitarra, pero hacer esto no se logra de la noche a la mañana, se empezó a pensar que todo era producto de un pacto con el diablo…

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Autopista 61 con 49. Clarksdale, Missisipí.


La leyenda cuenta que Johnson tenía su guitarra colgada en la espalda, era más de media noche, y se encontraba parado en el cruce actual de la autopista 61 con 49 en Clarksdale, Misisipí. Allí le vendió su alma al diablo a cambio de tocar blues mejor que nadie. Solo basto que el diablo tocará la guitarra para que tiempo después Robert deslizara su mano sobre ella y salieran las mejores melodías de blues jamás compuestas.

El ahora talentoso Johnson empezó a tocar en diferentes lugares del país, como en una constante carrera contra la muerte. Quienes lo escuchaban estaban cautivados por su guitarra, su voz que podía cambiar de forma y su mirada que era descrita como ‘poseída’. El éxito le llegó pronto, cuando en uno de sus conciertos un promotor musical lo contacto y logró que en tan solo un año (1936-1937) Johnson grabara 29 canciones. El único testimonio de su paso por este mundo.

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29 canciones de Robert Johnson

Su disco fue un éxito y a la gente le gustaba cada vez más verle tocando en penumbras para que no pudieran ver su mano sobre el mástil de la guitarra o desapareciendo a mitad de los shows, incluso interpretando aquellas canciones en las que tenían como invitado a su viejo amigo, el diablo, como “Crossroad blues” de la que se piensa hace alusión al cruce de caminos en el que se encontraron; y, “Me and the devil blues” que dice…

“Temprano en la mañana, cuando golpeas a mi puerta, digo Hola Satán, creo que es tiempo de partir”…

El 13 de agosto de 1938 Johnson se fue a cumplir su pacto con el diablo. Murió luego de delirar durante tres días, envenenado por estrictitina, una sustancia puesta en su whisky, pero paso a las historia como un grande, pues se convirtió en el líder del temido club de los 27.
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Una de las tumbas de Robert Johnson 

Actualmente se cree que sus cenizas reposan en tres lugares diferentes, dejando en duda lo que paso con los restos de Robert Johnson: el guitarrista del infierno.


Tomado de: El Pensante